La Cuaresma es el tiempo propicio para comenzar de nuevo, para decidir un cambio de vida, acogerse al perdón, gozar del abrazo de la misericordia, sentirse redimidos y amados. Es un tiempo para partir y repartir nuestro corazón. Una muy buena ayuda en este camino son las bienaventuranzas. Con ellas Jesús nos muestra cómo debemos enfocar nuestras vidas y nos invita a encontrar la alegría en nuestro camino de conversión diaria, tratando de hacernos cada día un poco más semejantes a Él.